La corrupción ocupa un espacio central en el campo de análisis de la ética pública; diagnosticada como estructural y endémica, se buscan medidas paliativas para contenerla. La corrupción va siempre de la mano de la mentira, siendo esta el origen de la misma. Una y otra han conseguido socavar los fundamentos del Estado Democrático y de Derecho, al propiciar una profunda decepción y desafección del ciudadano medio hacia la política. Tal desafección es el caldo de cultivo perfecto para el nacimiento de culturas populistas/extremistas, que en los últimos tiempos tiñen de “azul falange” el panorama político de una Europa que se creyó (tras la segunda guerra mundial) inmune a las políticas de extrema derecha; además este resurgir presenta como peculiaridad el encabezamiento visible en cuerpo de mujer (Weidel, Ayuso, Meloni, Le Pen, … ), mujeres que combinan el azul Mahón con el rosa Barbie, consiguiendo un importante reconocimiento electoral y haciendo subir ostensiblemente la cuota de voto femenino a favor de sus partidos y coaliciones. Partiendo del análisis sobre la verdad de H. Arendt y de Derrida y teniendo en cuenta los diagnósticos/pronósticos en torno a la corrupción más actuales dentro y fuera de nuestras fronteras (desde las aportaciones de teóricos patrios de amplio reconocimiento Oscar Diego Bautista, Javier Rodríguez, Francisco Ausin, etc. a las instituciones de amplia trayectoria en el estudio y detección de prácticas corruptas , Instituto federal de México, Transparencia internacional, Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, GAFI, FMI, BM, OCDE…), nos atrevemos a reorientar los análisis más extendidos en el marco de la ciencia política, releyendo la mentira en términos de “medias/verdades” y perfilando una dimensión extra de la corrupción, que se centre en estudiar la usurpación/ocultación y secuestro de “Bienes culturales” , en concreto de las políticas de género entendidas en términos de derechos básicos. En este caso concreto el objetivo inmediato a perseguir tras acuñar el eslogan de la “ideología de género” es rearmar la identidad femenina a base de tintes ahora liberales, ahora conservadores y que tiene un escaparate claro en las defensoras del Feminacionalismo